miércoles, 15 de mayo de 2013

La historia del pibe de 9 de Julio que cumplió el sueño mayor


Nico, de la gamela a Primera División

Franco Nicolás Pelaitay tiene 20 años y el domingo debutó en la máxima categoría del fútbol argentino con la camiseta de San Martín. Hasta hace poco más de un año trabajaba en la cosecha de uva en una finca de su departamento (a más de 20 km de la Capital) y viajaba 40 minutos en colectivo para entrenar. Las lágrimas de sus padres cuando por la TV Pública lo vieron ingresar a la cancha. El recuerdo de don “Chichí” Ochoa, el hombre que lo descubrió a los 5 años.

Texto: Pablo Zama 
Fotos: Silvina Macías, Pablo Zama, Soy Verdinegro y gentileza N. Pelaitay  

Trasladar los 25 kilos de una gamela al tope de uva sobre el hombro, en pleno verano sanjuanino que rebasa los cuarenta grados, casi no tiene parangón en sacrificio. “Estaba escuchando la radio y le dije a mi marido ‘están diciendo que entra Nico’. Cuando lo vi en la televisión me puse a llorar”, recuerda Gloria Alfaro, la madre de Nicolás Pelaitay, mientras se vuelve a secar la humedad de los ojos durante la nota y Carlos, el padre, también desborda en lágrimas silenciosas. El pibe nacido a más de 20 kilómetros de la Ciudad de San Juan debutaba en San Martín en un partido clave por la lucha para evadir el descenso, ante Argentinos Juniors, y todo 9 de Julio (que cuenta con alrededor de 8 mil habitantes) estaba pegado a la pantalla para verlo jugar como lo hizo siempre en el fútbol callejero de su departamento, después de trabajar en la cosecha. 


Para llegar a la finca en la que el padre de Nico es encargado (la mayor parte de su vida trabajó como peón en distintos terrenos) hay que tomar un colectivo de la línea 22 desde el centro sanjuanino y transitar alrededor de cuarenta minutos hacia la plaza principal del departamento sureño. “El Nico trabajó de todo acá, en la cosecha, con el azadón, con las palas, hizo de todo el negro acá”, dice Federico Muro, uno de sus amigos de la infancia. Desde la plaza resta hacer cinco kilómetros más hacia el sur en auto y una vez en zona rural entrar a un entrelazado de parrales que tejen vidas anónimas que día a día, cuando es temporada de vendimia, cimentan su heroísmo silencioso con una dura jornada de trabajo, que empieza en la madrugada y a veces termina cuando el sol se muere entre espasmos de sueños que bostezan de tanta espera.
En una humilde casita que abre su corazón a los visitantes están Carlos Alberto y Gloria Noemí, sorprendidos por la presencia de la prensa. Hay huellas de sacrificio en sus semblantes. Pero hoy sus ojos son alegres. Nico, algo tímido, se sienta a esperar la charla, su primer contacto mano a mano con un periodista.  

Don “Chichí” Ochoa


“Un hombre que ya falleció, don ‘Chichí’ Ochoa -en la foto: arriba, al medio; Nico es quien sostiene la pelota abajo-, vino a preguntarle a mi padre cuando yo tenía 5 años si me podía hacer jugar, le pidió que fuera a verme, le dijo que jugaba bien. Él quería que juegue al fútbol, pero mi viejo no quería porque decía que iba a andar en la calle” (sonrisas cómplices de padre e hijo). En la tarde del domingo 12 de mayo de 2013, después del debut, los dirigentes dispusieron que un hombre allegado al club lo lleve en auto hasta 9 de Julio. Después de los abrazos y las felicitaciones “le dije que le tenía que agradecer mucho a don Chichí, porque gracias a él juega a la pelota”, cuenta el padre. 

Como esa clase de personaje salido de algún relato de Roberto Fontanarrosa, Chichí Ochoa les inculcaba el fútbol a los pibes de 9 de Julio y diseñaba campeonatos callejeros. Allí comenzó Nicolás, siendo un cebollita, para después ponerse la camiseta de Santa Rita, una escuelita de fútbol de la zona. El domingo, Pelaitay salió a la cancha y sus amigos paralizaron la jornada para colocarse frente al televisor. Una vez terminado el partido, su mamá fue a juntarse con sus hermanos y lo mismo hizo su padre. “En todos lados nos abrazábamos y llorábamos por Nico, fue una alegría verlo jugar”, cuenta Gloria entre álbumes de fotos de la niñez de sus hijos que guarda como tesoro mayor. Don Chichí, quién sabe... -tal vez Nico se lo imagina- probablemente haya brindado allá, del otro lado. Un visionario que no le escapó al pronóstico.
    
Jugando en Santa Rita, el ahora volante central quedó seleccionado para un campeonato en Chile. Pero cuando volvió dejó de jugar en clubes y su tío Martín Alfaro lo llevó a participar, a pesar de tener 12 años, de campeonatos callejeros con hombres mayores. Recién a los 15 jugó un año en Atlético de la Juventud Alianza. “Fue todo muy rápido, de sexta división me subieron a cuarta y de ahí a primera local. Cuando terminó el campeonato, me llamaron para hacer la pretemporada con el plantel del Argentino B en Ullum: les dije que no, porque no tenía plata para ir, pero me pagaron todo ellos”, dice. Después lo invitaron a hacer una prueba en las inferiores de AFA  en San Martín: “El primer día fui el primero que llegué y no hice fútbol. Tuve que ir al otro día con mi papá y ahí me hicieron jugar, me tomaron los datos y me llamaron”.  


La hora señalada 

Sobre el mediodía del domingo explotó en las redes sociales la noticia de que Maximiliano Bustos no llegaba en condiciones al partido y debutaba el sanjuanino Nicolás Pelaitay. Pero minutos antes del encuentro lo volvieron a revisar al Mencho y el DT Rubén Darío Forestello decidió no hacer la variante, entonces Nico fue al banco, como ya lo había hecho ante Racing (con Gabriel Perrone como técnico) y ante Unión de Santa Fe (con el actual DT), los dos en San Juan. Las chances del cinco parecían desvanecerse. Pero “mis compañeros me decían que yo podía entrar y que si me tocara, que lo hiciera tranquilo”. Nicolás habla mucho con el ecuatoriano Luis "Chucho" Bolaños y además dice que Diego Sosa le da los mejores consejos, de quien no se cansa de decir que es “muy buena persona”. Pero hay una frase de Emmanuel Mas, su coterráneo, que tal vez le haya dado fuerzas para salir con ganas a la cancha: “¿Te acordás de todos los que viajábamos antes –en las inferiores-?, ¿cuántos están con nosotros acá? No desaprovechés la oportunidad”. Además de reírse de los chistes de Federico Poggi escucha mucho a Forestello, de quien cuenta que recibe mucha confianza.

Dieciocho minutos del segundo tiempo, en San Juan el reloj merodea las cinco y media de la tarde: “Entrá y hacé lo que venís haciendo en los entrenamientos”, le dice Forestello. Nicolás está ansioso y se quiere meter en la cancha antes de que su compañero Gastón Caprari haya abandonado el campo de juego. El juez de línea lo reta: “Pará, si vas ganando, ¿qué apuro tenés? No vas a querer debutar con una amarilla”. El estadio Hilario Sánchez Rodríguez estalla en aplausos de bienvenida para el pibe. 


El año pasado, por invitación de su amigo y compañero del club Franco Lépez, Nico se mudó al Barrio San Marín para poder asistir a los entrenamientos de Primera División. “La mamá de Franco me decía que si yo entraba a jugar era como ver a un hijo y que iba a llorar en la platea. Seguro que ese día se emocionó”, cuenta pensativo.

Su hermano Diego Alberto (23 años) se perdió el debut porque se fue a hacer trabajos metalúrgicos a Iglesia y en pleno campo no tuvo noticias hasta que por mensaje de texto le avisaron. En 9 de Julio fue una revolución: “El verdulero y el carnicero me preguntaban si yo era la madre del chico que juega en San Martín”, cuenta Gloria. El lunes en la mañana Franco Nicolás fue a la Municipalidad para gestionar el nuevo DNI en el móvil del Registro Civil y la gente lo paraba para felicitarlo. El pibe recuerda los partidos de prueba en las inferiores del Verdinegro, cuando no quería ir más porque lo hacían jugar cinco minutos y no podía mostrarse, pero su padre le dijo que no baje los brazos. Atrás quedaron los días en que la gamela le surcaba los hombros desde las seis de la mañana, y a la una y media de la tarde tenía que tomar el colectivo hacia la Capital y esperar dos horas en Concepción para entrenar. 


El jueves 28 de febrero de este año San Martín le hizo contrato profesional y Nico dejó de trabajar en la cosecha. “Emmanuel Mas siempre me dijo que me merecía este momento por todo lo que pasé y lo que sufrí. ‘Vos la luchaste mucho’ me dice”, recuerda Pelaitay, que sin embargo sentencia: “Todavía no he ganado nada”. En Diagonal San Martín un amigo pasa en bicicleta y le grita “¿es para algún diario?, ahora sos famoso negro”. Los dos ríen contentos. Un pibe de 9 de Julio juega en Primera. 

4 comentarios:

  1. Muy bien Nico te lo mereces eso que no te conozco mucho pero a tus padres si y a vos solo te he visto y no he tenido la posibilidad de conversar con vos pero te felicito de corazon a vos y a tus padres y adelante con tu sueño. fuerza. un abrazo gisela conejero

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  2. Grandee pibeee, te re felicito Nico, te lo recontra mereces, se nota que luchaste muchisimo para llegar a donde estas.. A BASE DE CORAZON ESFUERZO Y HUMILDAD, VAS A LLEGAR LEJOS.. Saludos crack, a mirar para adelante, hay toda una provincia atras tuyo que te apoya genio...


    PD: Les hago una corrección, en la parte que habla del amigo, no es ' Franco Lepe Gil ' ?

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  3. césar Fernández Biltes16 de mayo de 2013, 11:59

    la verdad que como sanjuanino e hincha del verde me llena de orgullo tener otro sanjuanino sintiendo la camiseta, defendiendo y representando a nuestra provincia y ojala q en un futuro no muy lejano podamos ver a once soldados sanjuaninos pelear cada partido por su gente, con alma y corazón.
    un abrazo y mucha furza Nico Pelaitay, seguí x ese camino que en tu debut la rompiste

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  4. Matias Exequiel Guzman17 de mayo de 2013, 14:07

    Como habitante de 9 de Julio e Hincha del Verdinegro estoy orgulloso del Nico, tuve oportunidad de charlar con el varias veces y la verdad que se merece todo esto, es muy buena persona, ojala salga todo bien y llegue lejos, me emocione mucho ese dia desde la plate al verlo entrar y jugar como el sabe, en ningun momento le peso la camiseta. Felicitaciones Negro...!!!

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